Uno de los pasiajes más curiosos de toda la provincia de
Málaga lo componen las sierras de los Hacho de Pizarra y Álora, constituidas
por paredes casi verticales y laderas de pronunciadas pendientes, en las que son
frecuentes los derrumbes y los grandes bloques desprendidos, que conforman un
paisaje muy interesante.
Estos montes, con forma de meseta, están constituidos por
areniscas y conglomerados y se depositaron durante todo el mioceno
(aproximadamente comenzó hace 23 millones de años y terminó hace 5 millones de
años). Materiales similares, además de en los Hacho, aparecen en la Sierra
Llana de Cártama, entre los municipios de Cártama y Alhaurín de la Torre, entre
las barriadas de Doña Ana y La Fuensanta, además de en las inmediaciones del
embalse Conde del Guadalhorce, entre los municipios de Ardales y Teba, aunque
ya aquí la naturaleza de los depósitos es diferente, se torna más clara y algo
más margosa, y se extienden hasta rodear la cara norte de la Serranía de Ronda
(Cañete La Real) y ya en Cádiz Setenil y Alcalá del Valle, por poner ejemplos,
aunque como os digo, ya aquí la naturaleza de los materiales es diferente
aunque sean similares en cuanto a edad y los procesos que les dieron lugar.
Álora, rodeada en las zonas bajas de arcillas, dedicadas al cultivo de secano se sitúa al pie de su propio Hacho, también de paredes casi verticales. |
En la zona del Guadalhorce (hasta Ardales) estos materiales
del mioceno son de influencia maláguide y en menor medida alpujárride.
Mayoritariamente estos complejos están constituidos por materiales oscuros,
ricos en biotina, esquistosos, con granates, andalucita, y frecuentemente
calcáreos.
Detalle de una pared casi vertical de areniscas. |
Detalle de una pared vertical de Conglomerados, en los que llegan a aparecer grandes bloques (piedemonte fosilizado) Estas rocas son en su inmensa mayoría maláguides. |
Aunque la historia geológica de la zona es muy compleja,
puede resumirse de la siguiente manera. Cuando se origina la orogenia alpina, a
finales del cretácico, hace 65 millones de años, durante el paloógeno, los
materialkes maláguides y alpujárrides formaban parte de la placa de Alborán,
que colisionó con la placa Ibérica, de manera que estos materiales
originalmente sedimentarios, sufrieron fuertes procesos de deformación y
metamorfismo, especialmente los alpujárrides, que los hicieron aflorar de las
aguas marinas, constituyendo una zona de islas. En los fondos marinos
profundos, durante el eoceno y oligoceno se depositan materiales turbidíticos,
los conocidos como Flysch del campo de Gibraltar o unidades
Tecto-Sedimentarias, que se componen de materiales arcillosos y arenosos, que
forman capas que se suceden (estos son los materiales que se encuentran en
amplias zonas del valle del Guadalhorce, en Coín, Pizarra, Álora, Cártama,
Casarabonela…) que son de naturaleza clara, amarillenta. Estos materiales
reciben los depósitos de otros más oscuros, más modernos, que los entierran.
Estos materiales son los que conforman las paredes de los Hacho, las areniscas,
molasas y conglomerados bioclásticos del mioceno. Posteriormente, los reajustes
hidrostáticos y las presiones que siguen hoy día elevando la Sierra de las
Nieves, reactivaron los relieves de los materiales maláguides y alpujárrides, y producen la elevación de todo el complejo, que da lugar la emersión de estos materiales
hasta unas alturas de más de 400 metros que ocupan hoy.
Los materiales oscuros se depositaron en un mar con clima seco,
desértico o semi desértico, posiblemente parecido al actual, pero con episodios
más secos.
Sin ninguna duda estos materiales tuvieron una extensión
mucho mayor en el pasado, pero la erosión los ha recluido a las zonas indicadas.
Además, como curiosidad, añadir que las areniscas que forman estos montículos
elevados, se componen de unos granos que si se descementan (si se disgregasen),
son idénticos a los que hoy día aparecen en las playas malagueñas.
El mucicipio de pizarra se sitúa sobre las arcillas del aljibe, al pie de las molasas y areniscas del mioceno. |
Estas areniscas y conglomerados dan lugar a suelos muy
porosos y secos, pero que con el paso del tiempo tienen buen rendimiento en
arcillas y sobre ellos debería desarrollarse un bosque de encinas (abundan los
materiales calcáreos y los suelos son básicos) acompañadas de coscojas,
algarrobos, acebuches, palmitos, lentisco, durillo, jaras, retamas y
aromáticas.
Sobre los materiales más claros que les sirven de base, las
arcillas y areniscas del Aljibe, debería desarrollarse un espeso acebuchal.
Sobre estos materiales pueden llegar a aparecen vertisoles, que son unos suelos
aptos para los acebuches y retamas. El acebuchal actualmente se encuentra
“domesticado” y adehesado en olivar.
Como última curiosidad destacar la gran abundancia de
fósiles que presentan las areniscas oscuras del Hacho, especialmente ricas en
pectínidos (moluscos de aspecto similar a los berberechos y conchas finas).
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