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domingo, 6 de abril de 2014

El acebuchal, el ecosistema olvidado.

El acebuchal representa un bosque degradado, de encinar, alcornocal o quejigal, sobre zonas cálidas, o un bosque climático sobre terrenos arcillosos (vertisoles) o salobres (ricos en yesos), además, es una comunidad que puede considerarse climática es condiciones limitantes de humedad ambiental (junto con coscojas).

El bosque de acebuches es denso, apretado y rico en matorrales de otras especies, escenario ideal para la lenta recuperación del encinar y el alcornocal, que tanto agradecen crecer sombreados. El acebuche crece acompañado de numerosas especies de matorrales altos (lentisco, mirto, espino negro), de palmitos, algarrobos, encinas, alcornoques, quejigos y coscojas.

El acebuche es un árbol primordialmente termófilo, que huye de las heladas. Puede considerarse que no soporta temperaturas inferiores a 10ºC (aunque sí que soporta heladas esporádicas algo más bajas) y es muy resistente a la sequía y las escasas precipitaciones, condiciones en las que desplaza a la encina y al alcornoque. Posee un sistema radicular muy robusto, que se ancla al suelo y del que brotan hijuelos o chupones. Los grandes y retorcidos troncos son señal de edades muy elevadas. Sus raíces están adaptadas para resistir los procesos compresivos que provoca la expansión de las arcillas tras periodos de hidratación-desecación, lo que les permite crecer sobre suelos muy ricos en arcillas como los vertisoles. Además tiene tolerancia a las sales en el suelo y los sedimentos yesíferos.

Estas características hacen que el acebuchal sea la comunidad dominante sobre suelos desviantes (vertisoles y salinos-yesíferos) tan abundantes en la provincia de Málaga, además de la citada cominidad climática asociada al piso termomediterráneo seco o semihárido, y el estadio previo de degradación al encinar y al alcornocal. Entonces, ¿por qué es tan poco frecuente un bosque exclusivo de acebuches?

En buena parte de las provincias de Málaga y Cádiz son frecuentes los materiales pertenecientes a las unidades Flysch del Campo de Gibraltar o formaciones Tecto-Sedimentarias. Destacan las arcillas del Aljibe. Estos son materiales muy arcillosos, que constituyen suelos muy pesados, muy impermeables y con elevada capacidad de retención de agua, que forman las llamadas arcillas expansivas, en las que el vertisol es el tipo de suelo dominante. Los procesos de expansión de las arcillas rompen las raíces de la mayoría de especies vegetales, pero el acebuche, y la retama por poner algún ejemplo, han sabido adaptarse a estas condiciones. En el PN Los Alcornocales los acebuchales se asocian a suelos arcillosos dispuestos en solanas bajas, que en umbría son sustituidos por alcornocales o encinares. En Málaga estos bosques han sido domesticados y transformados en olivares (acebuche injertado de olivo), en campos de cereal y en cultivos de almendro.

En una buena parte de la provincia de Málaga (y la hoya de Guadix) aparecen fascies arcillosas con yesos, del triásico, que ocupan gran parte de la comarcas de Antequera y el Guadalteba. Sobre estas arcillas con yesos la comunidad reinante es el acebuchal (transformado en olivar de baja productividad o campo de cereal). Cabe destacar que sobre estas tierras se producen acumulaciones de aguas salobres, con un nivel de salinidad mucho mayor a las aguas marinas (embalses del Guadalhorce y laguna de Fuente de Piedra).

El bajo Guadalhorce (Campanillas, Churriana, Cártama, Alhaurín de la Torre) reúne suelos con elevada concentración de arcillas y una precipitación inferior a los 450mm, donde cabría encontrar un bosque de matorrales altos, coscojas, encinas dispersas y acebuches (cuanto más margoso el suelo, mayor proporción de encinas, cuanto más arcilloso más acebuches) Esta zona, sin embargo, ha sufrido de procesos degradativos severos, que han terminado por transformar en un páramo estas tierras, y en las que como consecuencia de la ausencia de vegetación causada por el hombre tienen lugar acusados procesos erosivos. Las zonas más propensas se han transformados en regadío.

Entonces, una vez analizadas estas condiciones, cabe preguntarse ¿Por qué no se han venido realizando reforestaciones con acebuche en todas estas zonas? La realidad es que terrenos que debieran estar ocupados por acebuches han sido reforestados con pinar, generalmente de carrascos, que a veces no llegan a alcanzar un porte elevado. Hay un caso de pinar “enano” muy curioso en Pizarra, donde pinos con más de 20 años no superan los 3 metros de altura, habiendo muchos ejemplares que ni siquiera alcanzan los 2 metros.

¿Qué tienen los técnicos de las administraciones en contra de las reforestaciones con matorrales altos, como el acebuche?


Espero que esta tendencia se revierta definitivamente y que sobre suelos arcillosos y en condiciones de sequedad ambiental, se favorezca la implantación de acebuches, frente a los pinares, acompañados de matorrales leñosos o retamas. En zonas en las que quiera primarse la retención de suelo, el pinar podría acompañarse de acebuches. Disponiendo de una especie tan resistente y tan bien adaptada a las condiciones reinantes en buena parte de la provincia de Málaga, no tiene sentido seguir introduciendo carrascos que no son autóctonos para la inmensa mayoría de ecosistemas malagueños. Quizás pueda explicarse porque en ocasiones es complicado hacer germinar la aceituna de acebuche o al desconocimiento sobre el acebuchal como ecosistema, pero merece la pena entre todos recapacitar en el asunto y empezar a abrir la mente hacia nuevas técnicas de reforestación.

2 comentarios:

  1. Pues estoy contigo, creo que es lo ideal es utilizar especies autóctonas de cada lugar para proteger zonas degradadas y con escasez de precipitaciones.
    Tal vez no se use el acebuche por lo complicado que es hacer germinar la aceituna, aunque si se la coge madura, se la descarna y se casca el hueso el porcentaje de germinación es muy alto. Además crecen lentamente y tiene un porte arbustivo y los arbustos no es que caigan muy bien en ciertos sectores. Verdaderamente se debería abrir la mente, como dices, hacia nuevas técnicas de reforestación.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Creo que das en la tecla, el matorral no gusta. Se prefieren especies de crecimiento más rápido que dan resultados visuales antes, aunque el ecosistema que se cree así sea artificial. Deberíamos entender todos que el bosque mediterráneo pasa por estadíos arbustivos que incluso pueden ser climáticos bajo determinadas circunstancias. Es preferible un matorral bien adaptado que un bosque foráneo de altos árboles por muy visualmente atractivo que resulte.

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