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lunes, 17 de marzo de 2014

Puerto del Saucillo-Peñón de los Enamorados II. ¿Qué vamos a encontrar?

Lo primero a destacar es que merece la pena subir hasta el mirador tan solo para disfrutar de las vistas que ofrece de todo el valle del Guadalhorce. Puede verse en los días sin brumas el mar Mediterráneo, las sierras circundantes como la de Tolox, Alpujata, Mijas, Blanca, los municipios cercanos como Yunquera, Alozaina, Guaro, Coín, Alhaurín el Grande, Cártama o Málaga. Se llegan a divisar La Maroma y Sierra Nevada.




El ascenso comienza entre pinsapos. Pronto los pinos dejan de aparecer entremezclados con los pinsapos y se pasa a un pinsapar puro, que en algunos tramos se ve salpicado por algún quejigo.

Enseguida nos percatamos de que el camino discurre por una cañada, a veces por el mismo lecho de la torrentera que la atraviesa. En épocas de grandes lluvias y de nevadas, el paso se ve dificultado por el agua y la nieve. En épocas de frío hay que tener especial cuidado con el hielo, que vuelve peligroso el sendero y puede provocar caídas y lesiones.
 
El primer elemento a visitar es el nevero que queda a mano izquierda anunciado por un pequeño hito. El nevero desde primavera hasta finales de otoño cuando pierden las hojas, queda rodeado por helechos de grandes frondes, idénticos a los que aparecen en Juanar, que nos recuerdan la gran precipitación que recoge el lugar.

Luego aparecerá ante nosotros, ascendiendo más, la fuente de la Perdiz, que rebosa agua que cae sendero abajo y por las noches se congela hasta bien entrado el medio día. Es preciso tener precaución en esta zona que queda umbría todo el día y presenta hielo hasta bien entrada la primavera en los años lluviosos y fríos.


 
Pasada la fuente algún pinsapo caído dificulta el paso un poco, hasta que poco a poco vamos dejando atrás el pinsapar y hacia las cumbres, por el puerto del Cuco, donde los pinsapos se dispersan hasta prácticamente desaparecer, dejando paso a pastos y brezales, de enrome belleza cuando florecen. Es un paisaje espectacular en primavera, tanto por las vistas que ofrece como por la belleza de la vegetación, que aunque pueda parecer escasa y de poco porte, tiene un enorme valor biológico.




Cuando alcanzamos la cumbre del Jarro, atravesamos una zona casi llana, de horizontes redondeados y suaves, donde se están llevando a cabo reforestaciones (agresivas con el brezal) pero que recuperan tierras para pinsapos y quejigos, para comenzar el descenso hacia el peñón de los Enamorados y el dominio de los quejigos espectaculares y endémicos.


Y cómo no, como en tantos otros lugares, leyenda de amores entre moro y cristiana, o al contrario, que de estas cosas nunca se puede estar seguro, y de suicido compartido. Verdad o no, la zona del peñón resulta un lugar ideal para tomar un descanso y en los días más románticos, hasta evocar la leyenda.

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